JUSTICIA RESTAURATIVA COMO PRÁCTICA COTIDIANA

La Justicia restaurativa, una respuesta alternativa al crimen que pone como prioridad la recuperación, la responsabilidad y responder a las necesidades del sobreviviente del crimen, servirá como el principio clave en la filosofía de juicio de la Fiscal de Distrito Lang.¹ Bajo la dirección de la Fiscal de Distrito Lang, la justicia restaurativa se expandirá cuidadosamente pero en general para reducir la dependencia de la Oficina de largas penas de prisión en instalaciones peligrosas, reducir el impacto que el encarcelamiento masivo está teniendo en familias y comunidades de Manhattan y proveer la recuperación para sobrevivientes de crímenes que no se ofrece por medio de procesamientos de casos convencional.

Aunque la justicia restaurativa se ha usado escasamente en ofensas serias en la Ciudad de Nueva York, el 90% de las víctimas en NYC a quienes se les ofreció la oportunidad de hacer uso de un proceso de justicia restaurativa — en vez de buscar encarcelamiento para la persona que les hizo daño — decidieron usar la justicia restaurativa.² La expansión de la justicia restaurativa representa un paso importante hacia un sistema legal estadounidense que prioriza la recuperación para las personas que son perjudicadas y la rendición de cuentas por aquellos que les han hecho daño.³ Tales prácticas pueden ser una pieza fundamental del rompecabezas del desmantelamiento del encarcelamiento masivo, mientras que al mismo tiempo proporcionan un mayor sentido de resolución a las víctimas del delito; de hecho, a diferencia de la retribución, muchas víctimas y sus familias consideran que la justicia restaurativa es empoderadora y satisface su necesidad de entender cómo y por qué les sucedió el daño.

La justicia restaurativa, con su origen en la cultura de los pueblos indígenas, es una práctica en la que una persona que ha sido perjudicada habla con la persona que cometió ese daño con un moderador profesional facilitando la conversación. Fundamentalmente, los principios de la justicia restaurativa encuentran apoyo en la neurociencia y la investigación conductual.⁴ Esta investigación se alinea con el campo en desarrollo de la "criminología positiva", que se centra en la identificación de factores personales y sociales positivos que desalientan o previenen la conducta criminal. Los científicos sociales han sugerido que los lazos sociales positivos y las transformaciones emocionales pueden ser componentes vitales del desistimiento, y que las relaciones humanas positivas pueden estimular las emociones prosociales, lo que resulta en cambios favorables dentro de un individuo; en efecto, una especie de rehabilitación social para un acto fundamentalmente antisocial.

Las pruebas que apoyan la expansión de las prácticas de justicia restaurativa son claras: además de mejorar la satisfacción de las víctimas, es más probable que la parte infractora⁵ cumpla con los mandatos de restitución y es menos probable que recidiva.⁶ Es importante destacar que los resultados positivos de la justicia restaurativa se mantienen incluso para las ofensas graves.⁷